27 mar 2009

Un regalo para el Día Mundial del Teatro

Compañía alemana Familie Flöz en "Teatro Delusio". Este espectáculo lo vi hace unos tres años y lo añoro, no se ven cosas así por Galicia muy a menudo... a ver si hay suerte y los vuelven a traer. Es mi regalo para nuestro Día Mundial del teatro, ¡que lo disfrutéis!

20 de marzo, Día Mundial del Teatro Infantil y Juvenil. Mensaje de Augusto Boal.

¡TODOS SOMOS JÓVENES, TODOS SOMOS NIÑOS! Mientras estamos con vida, seguimos siendo de todas las edades que hemos vivido. Yo tengo 7 años y también tengo 70 de edad. Soy un niño, soy un hombre joven y también un hombre no tan joven. No he dejado de practicar el teatro desde que tenía tan solo siete años. Pero muchas personas lo dejan. ¿Por qué lo dejan? ¡No tiene sentido! El teatro es el lenguaje más potente, el más creativo, simplemente porque es la suma de todos los lenguajes: el teatro es palabras, movimiento, colores, música, realidades y sueños, emociones e ideas... Como niños hemos aprendido a vivir... practicando el teatro. Hemos aprendido a comprender el mundo... practicando el teatro. Con la práctica del teatro, también aprendemos que el mundo puede hacerse mucho mejor de lo que es: en el presente podemos pensar en el pasado e inventar el futuro. Teatro es Diálogo. No se puede actuar solo, en un desierto: se necesita un compañero con el que actuar, son necesarias personas que te observen. Teatro es solidaridad: hay que actuar juntos. Los juegos, en teatro, tienen reglas que se deben observar, y también libertad para inventar formas propias. Los juegos son exactamente como la sociedad: son leyes que deben ser respetadas, pero debemos tener la libertad de crear nuestra propia vida. Sin leyes no hay vida social; sin libertad no hay vida. El buen ciudadano no es aquel que meramente vive en una sociedad: es el que la cambia para mejorarla. El teatro puede ser el medio por el cual te conviertes en ciudadano, un lugar en el que se imagina un mundo futuro. Pero, atención: la felicidad no puede ser únicamente individual. Igual que el teatro, la felicidad verdadera es social; no podemos ser felices haciendo sufrir a otras personas. La felicidad debe ser tú y yo, nuestra familia y nuestro país. La felicidad debe ser el mundo entero; todas las naciones, todas las razas, todos los credos, todas las edades, todos los humanos. Felicidad es diálogo. El teatro es algo que se observa, ciertamente, pero también es algo dentro de ti, dentro de todos nosotros: ¡somos teatros! Ese es nuestro lenguaje desde que nacimos. Aquellos de vosotros que sois niños hoy, sabéis que esto es cierto; los niños que todos llevamos dentro de nosotros también lo saben. Hoy es un día especial: el día del Teatro para niños y jóvenes. Convirtámoslo en el día que nos recuerde que nunca dejaremos de hacer teatro, porque es a través de los juegos que aprendemos cómo representar la vida; siendo solidaridad en teatro es como aprendemos la solidaridad. Nunca debemos olvidar que ser humano es ser teatro, y que ser teatro es ser humano. ¡Veamos esta obra hoy, y no dejemos nunca de ser teatro!

27 de marzo, Día Mundial del Teatro. Mensaje de Augusto Boal

Todas las sociedades humanas son espectaculares en su vida cotidiana y producen espectáculos en momentos especiales. Son espectaculares como forma de organización social y producen espectáculos como éste que ustedes han venido a ver. Aunque inconscientemente, las relaciones humanas se estructuran de forma teatral: el uso del espacio, el lenguaje del cuerpo, la elección de las palabras y la modulación de las voces, la confrontación de ideas y pasiones, todo lo que hacemos en el escenario lo hacemos siempre en nuestras vidas: ¡nosotros somos teatro! No sólo las bodas y los funerales son espectáculos, también los rituales cotidianos que, por su familiaridad, no nos llegan a la consciencia. No sólo pompas, sino también el café de la mañana y los buenos días, los tímidos enamoramientos, los grandes conflictos pasionales, una sesión del Senado o una reunión diplomática; todo es teatro. Una de las principales funciones de nuestro arte es hacer conscientes esos espectáculos de la vida diaria donde los actores son los propios espectadores y el escenario es la platea y la platea, escenario. Somos todos artistas: haciendo teatro, aprendemos a ver aquello que resalta a los ojos, pero que somos incapaces de ver al estar tan habituados a mirarlo. Lo que nos es familiar se convierte en invisible: hacer teatro, al contrario, ilumina el escenario de nuestra vida cotidiana. En septiembre del año pasado fuimos sorprendidos por una revelación teatral: nosotros pensábamos que vivíamos en un mundo seguro, a pesar de las guerras, genocidios, hecatombes y torturas que estaban acaeciendo, sí, pero lejos de nosotros, en países distantes y salvajes. Nosotros que vivíamos seguros con nuestro dinero guardado en un banco respetable o en las manos de un honesto corredor de Bolsa, fuimos informados de que ese dinero no existía, era virtual, fea ficción de algunos economistas que no eran ficción, ni eran seguros, ni respetables. No pasaba de ser mal teatro con triste enredo, donde pocos ganaban mucho y muchos perdían todo. Políticos de los países ricos se encerraban en reuniones secretas y de ahí salían con soluciones mágicas. Nosotros, las víctimas de sus decisiones, continuábamos de espectadores sentados en la última fila de las gradas. Veinte años atrás, yo dirigí Fedra de Racine, en Río de Janeiro. El escenario era pobre: en el suelo, pieles de vaca, alrededor, bambúes. Antes de comenzar el espectáculo, les decía a mis actores: “Ahora acaba la ficción que hacemos en el día a día. Cuando crucemos esos bambúes, allá en el escenario, ninguno de vosotros tiene el derecho de mentir. El Teatro es la Verdad Escondida”. Viendo el mundo, además de las apariencias, vemos a opresores y oprimidos en todas las sociedades, etnias, géneros, clases y castas, vemos el mundo injusto y cruel. Tenemos la obligación de inventar otro mundo porque sabemos que otro mundo es posible. Pero nos incumbe a nosotros el construirlo con nuestras manos entrando en escena, en el escenario y en la vida. Asistan al espectáculo que va a comenzar; después, en sus casas con sus amigos, hagan sus obras ustedes mismos y vean lo que jamás pudieron ver: aquello que salta a nuestros ojos. El teatro no puede ser solamente un evento, ¡es forma de vida! Actores somos todos nosotros, el ciudadano no es aquel que vive en sociedad: ¡es aquel que la transforma!